frites & biére


De mi paso por Bélgica, hace ya casi tres años, resultaron cientos de placeres cotidianos que anteriormente no exisistían. Contemplar la belleza del gris de sus calles, celebrar la existencia de grandes ventanas en cada una de sus casas, aprender algo de francés, despertar con luz del día a las 5am... y sobre todo: aquel momento de frites & biére.

Patatas fritas y cerveza. Sin duda la mejor atracción de Bruselas.

Por suerte, la fritterie más famosa de la ciudad se encontraba a solo 5 minutos caminando de mi casa. 
Maison Antoine es conocida por sus largas colas para comprar un cucurucho de patatas con mayonesa o salsa andalouse. Lo que venía después: sentarse en una de las terrazas de la Place Jourdan a tomarlas con una buena cerveza. 



Y fue allí, precisamente donde conocí una de las que se conviertieron en mis favoritas: Grimbergen.

Hace unos días, tres años después de aquello, de casi no recordar el olor de aquella fritanga maravillosa, sí que volví a recordar el sabor de una de aquellas cervezas.

Los abades de Grimbergen nos invitaron a descubrir que esta famosa fábrica de cerveza elabora tres tipos de cerveza que ahora también se comercializan en nuestro país. Y quién mejor que yo, cervecera hasta la muerte, para disfrutar de la degustación que nos ofrecieron.

Blonde, rubia y con aroma a manzana, marida a la perfección con anchoas. Double-Ambrée, de color oscuro y ligero sabor a caramelo, va muy bien con carnes asadas y mi favorita: la Blanche, una cerveza de grano de trigo con cierto sabor a cilantro y a plátano que marida sorprendentemente bien con pescado, especialmente con gambas. Esta última, honestamente, no necesita nada para resultar deliciosa. Un auténtico descubrimiento.

Ahora solo queda que nos abran una fritterie en Madrid. Cambio churros por patatas. Cambio café por cerveza. 

Y que sea Grimbergen, por favor.


Chin-chin!



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